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Mostrando las entradas de agosto, 2022

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Depresión

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  La depresión es un sentimiento de tristeza y/o una disminución del interés o del placer en las actividades que se convierte en un trastorno cuando es lo suficientemente intensa como para interferir con el funcionamiento normal de la persona. Puede sobrevenir tras la pérdida de un ser querido u otro acontecimiento doloroso, aunque con respecto a este resulta desproporcionado y de una duración mayor a la esperada. Pueden contribuir a la depresión factores diversos: hereditarios, efectos secundarios de determinados medicamentos, acontecimientos dolorosos con elevada carga emocional y cambios en los niveles hormonales o de otras sustancias presentes en el organismo, entre otros factores. La depresión genera un cuadro de tristeza y decaimiento y/o de pérdida del interés y del placer en la realización de actividades que solían ser del agrado de la persona afectada. El médico basa el diagnóstico en los síntomas. El tratamiento con antidepresivos, la psicoterapia y en ocasi

1. LA FASE DE NEGACIÓN

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  La primera reacción de una persona que sufre una pérdida es levantar sus primeros mecanismos de defensa para postergar, aunque sea un poco, el impacto de la agresión que la noticia necesariamente implica. Esta primera barrera defensiva lo lleva a decir y sentir: no quiero, no puede ser, debe de ser un error. La persona se convence de que ha habido una equivocación. La negación es un mecanismos de defensa que nos acompañaba a lo largo de toda nuestra vida y ante la noticia de una pérdida se hace presente para conceder una tregua entre la psiquis y la realidad. En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo necesario para pensar en el futuro de manera más serena, tomando distancia temporal de lo que sucede, buscando una más saludable adaptación al evento que apareció demasiado abruptamente. La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer impacto.  

2. LA FASE DE NEGOCIACIÓN CON LA REALIDAD

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 Esta fase del duelo refiere a la persona al pensamiento mágico más primitivo. Aparecen las ideas de negociar la realidad. Se piensa en hacer un trato con la vida, con Dios, con el diablo, con el médico, si la pérdida es de salud. La negociación es una nueva conducta defensiva que trata de evitar lo inaceptable; un canje que pretende restitución a cambio de buena conducta. La gran mayoría de estos pactos son secretos y sólo quienes los hacen tienen conciencia de ello.  

3. LA FASE DE DEPRESIÓN

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 Finalmente todos los pasos anteriores se agotan y fracasan en el intento de alejarnos de la realidad. La depresión suele aparece con sentimientos de angustia e ideas circulares y negativas. Lo particular en este caso es que estas ideas no son sólo la causa de la depresión sino también y sobre todo su consecuencia. La depresión es más bien el resultado de la conciencia de lo ya perdido. Por supuesto que, como es predecible, esta etapa se resuelve más rápidamente cuando la persona encuentra el coraje y el entorno donde poder expresar la profundidad de su angustia y recibir la contención que necesita frente sus temores y fantasías. La depresión es la fase del duelo donde más se atascan las personas. Pero hay una emoción que según nos permitimos expresar nos va sacando poco a poco de los síntomas depresivos, y esta emoción es la ira.  

4. LA FASE DE LA IRA

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  Cuando la persona ve por fin la realidad, intenta todavía rebelarse contra ella, y entonces sus preguntas y sentimientos cambian. Nacen otras preguntas: porque yo, porque ahora, no es justo, y aparece el enojo con la vida, con Dios y con el mundo. En ocasiones la persona expresa una ira que inunda todo a su alrededor; nada le parece bien, nada le conforma, y su corazón rezuma dolor, odio y rencor. Y aunque parezca mentira, su autoestima atropellada por la realidad se da cuenta de que lo que necesita, y es verdad, es expresar su rabia para poder liberarse de ella.

5. LA FASE DE ACEPTACIÓN

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Llegar aquí requiere que la persona haya tenido el acompañamiento y el tiempo necesarios para superar las fases anteriores. La aceptación solamente aparece cuando la persona ha podido elaborar su ansiedad y su cólera, ha resuelto sus asuntos incompletos y ha podido abandonar la postura auto discapacitada ante la depresión. Sea como fuere y más allá de cuanto se tardó en llegar hasta aquí y cuanto esfuerzo haya demandado, a esta etapa se llega casi siempre muy débil y cansado. Esto se debe al esfuerzo de renunciar a una realidad que ya no es posible. Ahora, como regla general, uno prefiere estar solo, preparándose para su futuro, y hacer evaluación sobre el balance de su vida; una experiencia que siempre es personal y privada. Las personas que llegan a esta etapa de aceptación suelen conquistar en su interior, por fin, un remanso de paz.  

Depresión en Adolecentes

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  La depresión en adolescentes es un problema de salud mental grave que provoca un sentimiento de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades. Afecta la manera en que tu hijo adolescente piensa, se siente y se comporta, y puede provocar problemas emocionales, funcionales y físicos. Aunque la depresión puede ocurrir en cualquier momento de la vida, los síntomas entre los adolescentes y los adultos pueden ser diferentes. Algunos problemas como la presión de sus compañeros, las expectativas académicas y los cuerpos que cambian pueden ocasionar muchos altibajos en los adolescentes. Sin embargo, para algunos adolescentes, estar deprimido es mucho más que solo sentimientos temporales, sino que es un síntoma de depresión. La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de voluntad, puede tener consecuencias graves y requiere tratamientos a largo plazo. Para la mayoría de los adolescentes, los síntomas d

Depresión Edad Avanzada

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En los ancianos, la depresión puede causar síntomas similares a los de la demencia, como ralentización del pensamiento, disminución de la concentración, confusión y problemas de memoria, y no tanto la tristeza que la gente suele asociar a la depresión. Sin embargo, los médicos diferencian la depresión de la demencia, ya que al tratar la depresión las personas afectadas recuperan su estado cognitivo previo. Las personas con demencia no. Además, los afectados por depresión se quejan amargamente de su pérdida de memoria y rara vez olvidan los acontecimientos importantes de actualidad o los asuntos personales. Por el contrario, los afectados por demencia suelen negar la pérdida de memoria. Diagnóstico de la depresión en personas de edad avanzada La depresión es a menudo difícil de diagnosticar en la población anciana por varias razones: Los síntomas pueden ser menos perceptibles, ya que las personas mayores no suelen trabajar y tienen por lo tanto menos interacciones socia

Depresión clínica

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  La gravedad de la depresión puede ir desde episodios de tristeza leves y temporales hasta cuadros de depresión persistente y grave. La depresión clínica es la forma más grave de depresión y también se la denomina «depresión mayor» o «trastorno depresivo mayor». No es igual a la depresión provocada por una pérdida, como la muerte de un ser querido, o por una enfermedad, como un trastorno tiroideo. Para diagnosticar depresión clínica, varios médicos utilizan los criterios sintomáticos del trastorno depresivo mayor del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5), publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría). Los síntomas suelen ser tan intensos que provocan problemas notables en las relaciones con los demás o en las actividades cotidianas, como el trabajo, la escuela o las actividades sociales. La depresión clínica puede afectar a personas de

Sintomas de la peor etapa de la Depresión

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  Sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza Arrebatos de enojo, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca importancia Pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales o todas, como las relaciones sexuales, los pasatiempos o los deportes Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado Cansancio y falta de energía, por lo que incluso las tareas cortas requieren un esfuerzo mayor Falta de apetito y adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de peso Ansiedad, nerviosismo o inquietud Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches Problemas para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos suicidas, intentos suicidas o suicidio Problemas físicos sin causa aparente, como dolor de espalda o de cabeza